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sábado, 15 de noviembre de 2014

El arte de hacer preguntas



En esta entrada hago un inciso sobre el proyecto que estamos trabajando y me detengo en una reflexión que me ronda prácticamente desde que me dedico al mundo de la docencia.

No pretendo pontificar, ni ofrecer claves, ni técnicas, ni teoría. Solo compartir mis pensamientos.

Una de las grandes bases que usamos para enseñar y aprender en clase es la del diálogo, el debate y el intercambio de preguntas. Otra de ellas es el juego, otra las relaciones con los demás y otra la búsqueda de información y la plasmación en soportes físicos. Hay más pero esas son las que más utilizamos.

Jose Antonio Fernández Bravo, especialista en matemáticas, en su libro "Enséñame a contar y a no contar" (2014), nos ofrece unos consejos:

Dominar el arte de preguntar, partiendo siempre del lenguaje del alumno, como modelo de duda, desafío y camino de comprensión para el aprendizaje, en la adquisición del concepto que se esté elaborando intelectualmente; conduciendo al alumno mediante ejemplos y contraejemplos que fomenten la discusión y el diálogo, para que sea él, y sin corrección algun por nuestra parte, el que advierta con claridad, por el diálogo interior provocado: el acierto o el error cometido. Utilizar la pregunta, desde la enseñanza, como modelo didáctico; desde el aprendizaje, como fuente de conocimiento.

Pues bien, esto que parece tan claro, a mí todavía me parece una hazaña titánica. En el sentido de que hacer buenas preguntas es un arte y para eso hay que ser un artista.

Lo confieso, todos los días modero, converso y hago preguntas. Todos los días los pequeños cuentan cosas muy interesantes y van encadenando pensamientos. Todos los días voy guiando y reencaminando las cuestiones en la dirección que me interesa (aquí encuentro uno de mis dilemas).

Y sin embargo, parece que dominar el arte de hacer buenas preguntas se encuentra todavía lejos de mi alcance. O al menos, así me siento.

Hay personas que aprenden muy bien a través del método socrático, otros aprenden mejor experimentando, viendo, imitando, repitiendo, tocando... Pero siempre hay que aprovechar el lenguaje, el debate y el diálogo para poder dar forma y organizar las ideas de nuestra mente a través de la expresión oral.

Una cosa es que yo pregunte para aprender y otra que yo pregunte para que los demás aprendan. Sobre todo si los demás son criaturas de 3, 4 o 5 años. No es cosa fácil. Al menos para mí.

Existen las preguntas abiertas, las preguntas cerradas, las retóricas, las implícitas, etc. Las que provocan inferencias, las que provocan contradicciones, las que provocan inducciones...

Procuro usarlas a diario, pero sé que todavía me queda mucho por aprender. Y en bastantes ocasiones me quedo con la sensación de que podría haber sacado más partido de la conversación. No sé si a otros docentes le pasa lo mismo.

Hay investigaciones que muestran que la calidad del discurso en el aula es uno de los elementos más decisivos en el aprendizaje: los intercambios sociales con los demás son fundamentales para construir significado. Aquí nos encontramos con el dilema anterior.

Si las preguntas-respuestas toman la forma de "maestra pregunta"-"alumno responde"-"maestra evalúa (¡Bien! ¡Eso es!)", no parece que la discusión esté optimizada. El pensamiento crítico y la construcción del significado se realiza a través de intercambio de opiniones, puestas en común, escucha activa, participación de todos y contraste de conclusiones.

En muchas ocasiones no nos detenemos a reflexionar sobre nuestras interacciones y si las preguntas que hacemos provocan un verdadero aprendizaje. Parece darse por sentado que ya sabemos hacerlo adecuadamente. No obstante, ha sido uno de mis grandes caballos de batalla precisamente  porque creo en su gran potencialidad. Al menos confío en que reflexionar sobre esto me ayude a ser consciente y a intentar mejorar cada día. En voz baja y sin que se entere nadie: cuando me veo en las grabaciones, muchas veces me echo las manos a la cabeza ¡vaya tontería que he dicho! Para muestra, un botón -creo que el alumnado lo hace mejor que la seño-:


(Vídeo disponible solo en la web del colegio)


Hacer preguntas para que otros aprendan es un arte. Como decía Concha Velasco: "¡Mamá, quiero ser artista!".

sábado, 25 de enero de 2014

Preparamos la celebración del Día de la Paz



Como todos los años, nos preparamos para celebrar el Día de la Paz el 30 de enero.

Esta semana los niños de Infantil 5 años y yo hemos estado hablando sobre lo que significaba la Paz para nosotros. Lo primero que me comentaron fue que era algo que se celebraba todos los años.

En una ronda de preguntas sobre qué significaba La Paz para ellos, cada uno ofreció su interpretación personal. Apunté lo que salió de ellos. Todo esto para averiguar sus ideas previas, pues fue nuestra primera aproximación:

"Se trata de estar tranquilos todo el día"
"No hay que empujar"
"Podemos bailar"
"No se pega y no se empuja"
"Nunca pegar, no maltratarse"
"No tirar una taza de café a propósito a otro"
"No pegar"
"No se puede arañar"
"No pegar tirones"
"No tirar al otro de la silla"
"No dar empujones a las mujeres"
"Ni a los hombres"
"No tirar al otro al suelo"
"No se puede escupir al otro"
"No se puede encerrar en la casa"
"No tirar de los pelos"
"No podemos pegar en la cara"
"Dar cariño a todos. Hasta a las niñas".
"No dar empujones"
"No se debe chocar"
"No tirar un plato de arroz"

En principio resulta llamativo su concepción sobre el NO hacer determinadas cosas. Quizás fue la inercia donde unos empiezan a copiar los unos a los otros.

Luego pregunta Natalie: "Seño ¿existe la PAZ MUNDIAL?"

A lo que Ramón contestó enseguida: "SÍ EXISTE: QUERER A TODOS LOS AMIGOS."

Pablo Cárdenas apuntó que: "No se puede querer a un ladrón", lo que llevó la conversación a derroteros de los motivos por los que las personas hacen cosas malas.

Realmente supuso una conversación interesante. Ahora todavía queda el trabajo de refinar esta concepción de la Paz y ayudar a que lleguen por sí mismos a sus conclusiones de forma un tanto más amplia.

Además de ello, tenemos en la web del colegio un enlace dedicado a trabajar el Día de la Paz. Cantaremos dos canciones de Antonio Flores y de Gisela acompañándonos de lengua de signos, de forma que también trabajamos otras formas de comunicación y otras formas de entendernos con personas que tienen dificultades para hacerlo escuchándonos. Así entienden otras realidades (que algunos tienen muy cercana pues alguno me habló de su abuela que no oía) y otras vías para acceder y entender esas realidades.

Os dejo un vídeo de un miniensayo donde un pequeño grupo canta mientras hace los signos ¡y sin música de fondo!


Y en una de nuestras actividades libres, a Marina se le ocurrió escribir por su cuenta el estribillo de la canción sin ayuda ninguna.


viernes, 10 de enero de 2014

Los 100 lenguajes del niño de Loris Malaguzzi

Hoy mis estupendos compañeros del máster me han dado a conocer este precioso vídeo inspirado en un poema de Loris Malaguzzi, creador de las escuelas Reggio Emilia.

Las voces de estos niños con su "lengua de trapo" que tanto me gusta versionan el poema de Malaguzzi donde nos cuenta que, en realidad, los niños tienen 100 lenguajes y los mayores (la escuela y la cultura) les arrebatamos 99, aunque sea sin querer.

Es una bella forma de dar voz al pensamiento infantil y no olvidarnos de la importancia de tener en cuenta esos otros 99 lenguajes que con el paso del tiempo y la falta de uso, muchos acabamos olvidando.

Utilicemos y demos valor a todas las formas de expresión que nos proponen nuestros pequeños. Tenemos mucho que aprender de ellos. Escuchad con atención el vídeo, es todo un placer.



El niño
está hecho de cien.
El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.

Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegría
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.
El niño
está hecho de cien.
El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.

Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegría
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.
Loris Malaguzzi

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